30 y 2 botes de Nesquik se amontonan en mi cocina
vacíos, con tapa, predestinados a ser castillo.
170 y 2 cajas de cartón de 10 cápsulas de café nespresso
siguen guardadas en su caja contentas
porque saben que del árbol provienen y al árbol las llevo.
Tornillos y alcayatas arandelas y clavos
saltaron de mi bolsillo
al volver del trabajo
y en el suelo esperan, todos inquietos,
a que los cuelgue en la pared
o peor aún en un lienzo infesto.
Hoy defeco en Duchamp
leyendo a Breton-del-humor-negro
mientras Swift me da instrucciones,
pero teniendo a Cortázar
las suyas no quiero
no quiero
no quiero.
El capítulo 7
del barbudo argentino
gira y gira y gira
en un expendedor de papel higiénico
que colgué en el pasillo
con una alcayata
y la gente lo ve y se ríe
y yo defeco para mis adentros.
El hombre está podrido
el hombre es un ser infesto
que cambia la mierda por arte
y se ríe del hambriento.
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Como poema residual, es una mierda. Pero no pierdo la esperanza de encontrar, al fin, la esencia de la poesía residual.
ResponderEliminarEsto no e más que un manifiesto, una triste manera de decir que no me gusta una mierda el poema, camuflándolo en axiomas idiotas y parvos. Pero no olvidemos que en ese momento me hallo: en el parvulario de los residuos.
Un largo camino me queda.
Lo curioso es que no sé por qué me empeño en escribir sobre la mierda que cohabita conmigo. Al final, siempre al final.
me encnto tu post,sobre todo tu orden en la mesa grande(el piso)y la ultima cuarteta ,genial,
ResponderEliminarhagamos un coro para cantarle a la mierda millones de moscas no se pueden equivocar,,,y la primavera lo confirmará
pues, desde mi punto de vista, si como poema residual es una mierda: eso es la esencia que tratas de encontrar, y, por tanto, ya has lo has hecho
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